En el reino de Auradon todos viven felices por siempre jamás. Sin embargo, en la Isla de los Perdidos, todos los villanos y sus secuaces, al igual que sus descendientes, son prisioneros desde que el Rey Bestia asumió su poder y, en pos de que estos no metieran sus narices en la paz que finalmente se había creado en cada reino, construyeron un muro con la varita mágia del Hada Madrina para evitar que estos pudiesen poner un pie fuera de la isla, incluyendo así el hecho de neutralizar los poderes de los más grandes brujos, pareciendo ahora simples mortales. Mientras que en ese lugar reina el desastre, la pobreza y la mala educación, en Auradon disfrutan de comodidades y lujos indescriptibles.
Con el paso del tiempo, el hijo adolescente del rey Bestia y la reina Bella, está a las puertas de ocupar el trono real como heredero predilecto. El príncipe, en su primera instancia, propuso la encantadora idea de que los hijos de aquellos tan poderosos villanos tenga una oportunidad de redención, otorgándoles el privilegio de poder entrar a la prestigiosa Preparatoria Auradon, junto a todos los príncipes y princesas del reino y, pese a que en un principio los mayores parecieron negarse, decidieron brindarle una oportunidad.
Los cuatro adolescente escogidos por el príncipe, ante la noticia, tuvieron a sus temibles padres ante ellos para incluir más y más maldad en sus mentes, instándoles en que su deber fuera de la isla consistiría en robar la varita mágica del Hada Madrina para así poder tener de vuelta sus poderes y destruir aquella barrera que los mantenía dentro de la isla, siendo Maléfica la principal encargada de tan malévolo plan. Deseaba volver a sembrar la oscuridad y el miedo en aquellas tierras cargadas de generosidad y paz.
A pesar de que lograron conseguirla en un momento, no todo salió tal y como lo tuvieron previsto. Cuando la robaron del museo a duras penas debido al campo de fuerza que la mantenía protegida, aquella varita llegó a descontrolar y desencadenar su poder una vez que las manos de la hija de Maléfica la agarró. Al ser jóvenes aún inexpertos en el arte de la mafia, aquello que hicieron fue en vano y, aparte de lograr abrir una pequeña e imperceptible brecha en la isla, fueron descubiertos por los guardias de seguridad. La varita fue dejada en ese mismo lugar, pero no olvidada... Tarde o temprano encontrarían la manera de volver a hacerse con ella para terminar de hacer bien los planes que se les habían encomendado.
Actualmente, e ignorante de las fechorías de los jóvenes villanos, el príncipe sigue proponiendo la llegada de más adolescentes al reino dado que la oportunidad que se les ha dado a los primeros tuvo buenos resultados, al menos de momento. Pero... ¿Sería posible que los grandes villanos de la isla aprovechasen la pequeña brecha creada para hacer cortas escapadas y sembrar poco a poco el pánico? Y los descendientes de ellos, ¿optarán por tomar el camino del bien o el del mal? Cualquier cosa puede ser posible ahora.